Por situaciones varias Pipí-Lulú
atravesó un período de mucho trabajo y cansancio, el cual implicó poner el
despertador (varios días a la semana) a las 3 am. Lo fantástico de esta
situación fue que después de las 6 de la mañana, ya liberadas de la faena
laboral, el cansancio se había disipado y las ganas de tomar un buen desayuno,
no. Buscar un lugar para desayunar 6:30 am en La Plata no es tarea fácil. La
solución durante unos días fue Dückfrild (7 esquina 47), bar nuevo y fuera del
mapa mental de cualquiera que se haya criado en esta ciudad. Deliciosas
medialunas de manteca, que se agradecen calentitas, también rellenas con jamón
y queso, buena carta de cafés (algunos peligrosamente indigestos para las 6 de
la mañana), también licuados. Buena atención de mozas algo dormidas, pero
amables, y espacio de sobra para desparramarse en pequeños sofás enfrentados,
al estilo tren La Plata-Buenos Aires o, si se quiere, London style. Hasta aquí todo salió de maravillas, pero un día el
madrugón tuvo que ser un sábado. ¿Dónde desayunar un sábado antes de las 7
(porque Dückfrild está cerrado)? Haríamos un concurso/sorteo para ver si
alguien adivina, pero como no hay tiempo para tanto protocolo lo diremos: en La
París (7 esquina 49), sí señores, la clásica confitería platense, allí donde
uno puede ir con la tía, la madre o la abuela, y el promedio del color de pelo
vira hacia el gris claro. Fue una gran decisión, y tan certera que lamentamos no
haberlo pensado antes. El Colo, mozo de los que conocen su oficio, nos atendió
de maravillas, no hubo que repetirle el pedido ni una sola vez y no volvió para
decirnos "no, tal cosa que está en la carta hoy no la tenemos",
rápidamente pudimos disfrutar de nuestro pequeño banquete servido en mesita
redonda con mantel rosado. Good bless La París.
muchos creen que la paris es oslo para viejos... hay que tomar el control de ese lugar!!y hacerlo nuestro! long life to la paris
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